Ina Kancheva, soprano
Ciclo La Gran Belleza
Recital de obras compuestas para Pauline Viardot
Programa
F. Chopin – Dos mazurkas:
Op. 17 nº4 en La menor
Op. 6 nº2 en Do sostenido menor
F. Chopin/Pauline Viardot – Cuatro mazurkas:
Aime moi (Pomey)
Plainte d’amour (Pomey)
Faible coeur (Pomey)
La Fête (Pomey)
G. Verdi/F. Liszt – Paráfrasis sobre Rigoletto
Pauline Viardot – Cinco canciones:
Madrid (Alfred de Musset)
Le Rêve de Jésus (Bordées)
Les Filles de Cadix (Alfred de Musset) Nixe Binsefuß (Mörike)
In der Frühe (Mörike)
-----intermedio-----
Pauline Viardot – Seis canciones:
La flor (Pushkin)
Le quise (Koltsov)
En las colinas de Georgia (Pushkin)
Imágenes de medianoche (Fet)
El peñasco (Lermontov)
La adivinación (Turgenyev)
P. Tchaikovsky – Canción de otoño, nº10 de Las estaciones Op. 37a
Pauline Viardot – Tres canciones:
La luz del atardecer desvanece silenciosamente (Fet)
Estrellas (Fet)
Hombre viejo, hombre feo (Pushkin)
Pauline Viardot – Habanera (poeta desconocido)
El ciclo “La Gran Belleza” que acoge el Auditorio Manuel de Falla nos presenta una distinguida rareza con la recuperación de una de las figuras más influyentes e importantes del Romanticismo, Pauline Viardot-García (1821-1919). Heredera y continuadora del legado belcantista de la saga de los García, la hija del eximio tenor y compositor Manuel García, y hermana de la célebre soprano María Malibran y el barítono Manuel García hijo, dedicó su vida al arte y a los artistas, contribuyendo a la música del XIX en muchos aspectos. Aunque hoy se la conoce por ser una de las cantantes más destacadas del XIX o la musa inspiradora de las heroínas más relevantes de la creación romántica, la intelectualidad e instrucción paterna que aplicó a su práctica como cantante y compositora la erigen como uno de los personajes principales del siglo. Pues sin ella, los grandes nombres (hombres) de la Historia de la Música de este periodo no significarían lo mismo. Gracias a su fluidez en cinco idiomas, compuso numerosas canciones francesas, alemanas, españolas y rusas, adaptándose al estilo local, además de óperas de salón. No obstante, nunca se consideró a sí misma compositora, y sus composiciones, alabadas por grandes figuras, fueron creadas con fines didácticos o de esparcimiento en los salones.
El reconocido pianista, especialista en la obra de Chopin, y la insigne soprano Ina Kancheva rescatan la faceta compositiva de Pauline Viardot, y nos deleitarán con una selección de canciones que recogen inteligentemente la diversidad estilística europea del momento, incluyendo algunos de los compositores fundamentales del Romanticismo, para quienes La Viardot fue pilar esencial, tanto en lo personal como en lo profesional.
Pero hablar de Viardot, de canciones, mazurcas, paráfrasis o piano es hablar de salón decimonónico; espacios privados en los que se reunían intelectuales, músicos, escritores, pintores o literatos, en la búsqueda de la unión de las artes, para intercambiar y exponer sus teorías, y donde se gestaban las obras que habrían de legarnos hoy. Los salones regentados por Pauline Viardot en París o Baden-Baden fueron los más prestigiosos, donde artistas como Gounod, Saint-Saëns, Massenet o Fauré encontraron la protección y el impulso necesario, pues quien tuviera un nombre, o quisiera hacerse uno, debía pasar por ellos. Más allá de lo musical, su vasta cultura, talento y afabilidad inspiraron y causaron admiración a todo aquel que la trató.
El concierto abrirá con dos mazurcas de Frédéric Chopin (1810-1849), introduciéndonos en la estrecha amistad de Viardot con el pianista y su amante, la escritora George Sand. En estas piezas de carácter, Chopin expresa la nostalgia por su tierra natal a la que nunca volvería. En ellas se puede apreciar la influencia de la linea de canto de los García por el uso del legato y un fraseo cantabile que caracterizan el lenguaje pianístico del polaco. A continuación, cuatro transcripciones de Pauline Viardot sobre mazurcas de Chopin a las que puso textos del poeta Louis Pomey. En ellos se refleja por igual la personalidad de ambos compositores, conservando el carácter de la mazurca pero incluyendo las cadencias y el virtuosismo típicos del bel canto.
La siguiente sección es introducida por otra transcripción, en este caso del profesor de piano de Viardot, Franz Liszt (1811-1886), quien toma el material temático de la ópera Rigoletto de Giuseppe Verdi (1813-1901); en concreto del bellísimo cuarteto del acto tercero “Bella figlia dell’amore”. Es habitual encontrar este recurso compositivo de la paráfrasis en las obras de Liszt, entre las que destacan las realizadas sobre los dramas wagnerianos, y en las que hace alarde de un extraordinario virtuosismo y una densidad textural que dan a estos arreglos el inconfundible sello expresivo y dramático de su discurso pianísitco.
Las cinco canciones de Pauline Viardot que siguen dan cuenta de la gran versatilidad estilística de la compositora. A partir de poemas de Alfred de Musset, Viardot compone el bolero español “Madrid”, o la chanson “Les Filles de Cadix”, con un delicado estribillo (Haï Luli) de colorido y simplicidad preimpresionistas. En ellos manifiesta sus orígenes españoles, y son un reflejo del papel que tanto ella como su marido, Louis Viardot, hispanista y traductor de El Quijote, tuvieron en la creación del imaginario de la España romántica en los salones parisinos. “La Rêve de Jesús”, en la que puede apreciarse la pintura musical del texto con una gran teatralidad, forma parte de Contes Mystiques (1890), una recopilación de poemas de Stéphan Bordèse relacionados con el nacimiento de Jesús, musicados por compositores como Fauré, Massenet, Saint-Saëns, Viardot o Widor. A continuación, como contraste al estilo francés y español, Pauline Viardot se adentra con gran maestría en el cultivo del lied alemán en su etapa en Baden-Baden, donde trabó amistad con los Schumann, y, retirada ya de los escenarios a partir de 1863, desarrolló una gran actividad del género en su salón. En ellos se aprecian las influencias de Schubert, Schumann y Liszt, sin abandonar su propia personalidad.
La segunda parte del concierto, dedicada al repertorio ruso, nos obliga a mencionar la íntima amistad de toda una vida entre la compositora y el padre del realismo ruso, el escritor Iván Turgenev (1818-1883). Gracias a Turgenev, aprendió ruso y entró en contacto con la literatura del país. Viardot introdujo en París y Londres las composiciones de Glinka, Tchaikovsky, Mussorgsky o Rimski-Kórsakov, y difundió traducciones de Pushkin, Tolstoy o Dostoyevsky. En estas canciones manifiesta el absoluto conocimiento que tenía de la lengua y la música rusa, logrando captar el color local, la libertad armónica del círculo de Balakirev, sumada a una línea vocal que abandona el ornamento del estilo francés en favor de un canto más silábico y expresivo de notas tenidas, suaves melodías cromáticas y un fraseo de gran carga dramática. Estas canciones fueron publicadas 1864 en San Petesburgo gracias a la intervención de Tugenev. Entre ellas se interpretará la “Canción de otoño (octubre)” nº. 10 de Tchaikovsky (1840-1893), de carácter elegíaco, publicada como parte del ciclo de 12 canciones Las Estaciones Op. 37a (1876) en la revista Nouvellist, en la que podremos disfrutar las cualidades de un estilo que combina las tendencias nacionalistas, el carácter modal de la melodía, repleta de expresivos cromatismos, y la influencia del lied alemán.
Finalizaremos con la frescura de la “Havanaise” (Habanera), publicada en 1880 originalmente para dúo, con dos variaciones de gran gusto y exigencia vocal, y una coda. Parece ser que la compuso por inspiración de los sonidos latinos que oyó de niña durante la gira que la troupe de los García emprendió por EE.UU. y México.
Puesto que aquí sólo podemos dedicar unas pocas e insuficientes líneas generales a la obra e influencias de Pauline Viardot, desde aquí animamos al melómano interesado y a los musicólogos a que se adentren en la vida y obra de esta gran mujer, cuya memoria ha quedado reducida a su faceta de cantante y musa, pues hará, como este concierto, justicia a su persona y a su arte.
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